domingo, 26 de octubre de 2014

El Real Pendón de la Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas.




El Real Pendón de la Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas. 


  Por Bernardo del Hoyo Calzada.

     En la Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas a treinta de agosto de 1593, en cabildo se acordó lo siguiente:
“….que por cuanto el día en que se descubrieron estas minas, de donde procedió su población, fue el día de la Natividad de nuestra señora santa María siempre virgen madre de nuestro señor Jesucristo, y con particular devoción que los moradores siempre le han tenido y tienen, informado de ello su majestad del Rey don Felipe II nuestro señor, al tiempo que hizo merced a esta ciudad de que lo fuese la llamó e intitulo y mando que se llamase la Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas por ser en la comarca de la tierra que poblaba la nación zacateca, y para que en todo tiempo esta divina Señora sea loada, acordaron y mandaron unánimes y conformes que esta ciudad para ahora y para siempre jamás celebre su fiesta de la Natividad de nuestra Señora su propio día en el mes de septiembre que la santa iglesia lo celebra y en el día de su vísperas, habiendo esta ciudad señalado el regidor que le pareciere saque y lleve el pendón de esta dicha ciudad con la imagen de la dicha Señora y las armas de esta dicha ciudad, y toda la justicia y regimiento de ella vallan en forma de ciudad a la iglesia mayor de ella y lo propio el día de su festividad, y vayan en la dicha forma y se hallen y asistan presentes a lo oír y ver celebrar las dichas vísperas y misa que se ordena desde luego y mandan se diga con toda la solemnidad que fuere posible, y para que en todo se muestre el regocijo de tan celebre día se ordene que todos los vecinos, estantes y habitantes en esta dicha ciudad se regocijen y hagan máscaras y corran toros el día que hubiere lugar dentro de su octava, y por la ciudad y este regimiento se ordene siempre se hagan los regocijos que le pareciere más cómodamente se puede hacer de juegos de cañas, torneos, justas o sortija, lo que mejor puedan hacer de ello, o todo mejor que pudieren, y de los propios de esta dicha ciudad se dé de limosna a los beneficiados, curas, capellanes y clérigos, que en la dicha iglesia mayor de esta ciudad hubiere, tres marcos de plata quintada para las dichas vísperas, misa y procesión que el dicho día han de hacer con toda solemnidad, y el dicho pendón ha de ser azul, para que en todo tiempo se guarde y cúmplalo que es dicho así lo proveyeron y mandaron. Y el dicho pendón lo saquen los regidores que fueren por su antigüedad, sucesivamente cada año al que le cupiere, y es declaración que los gastos que se hicieren en esta solemnidad y fiesta sea de los propios y rentas de esta dicha ciudad, y no los teniendo estos propios y rentas sea a costa del regidor que le cupiere el llevar el dicho pendón, a quien se le encarga lo haga con la solemnidad que fuere su posible pues resulta en gloria y honra de Dios nuestro señor y de su bendita madre, particular patrona y abogada de esta dicha ciudad, advirtiéndose que el dicho día a la hora que se acostumbra en la misa se diga sermón y se convide para ello el padre que a la sazón en esta ciudad más docto asistiere. Y así lo ordenaron y mandaron. Ruy García de Ortega. Mateo del Rio. Alonso Caballero. Don Hernando de Velasco. Don Diego Ruiz de Temiño. El bachiller Gonzalo Valadez. Rodrigo Martínez, escribano público. (Rubricas).[1]             
    El título y escudo llegaron a la ciudad de Guadalajara, a veintisiete días del mes de enero de mil quinientos noventa y cuatro años, poco tiempo después a la ciudad de Zacatecas. Pero antes en 1593 se nombró Alférez Real, y por este documento se comprende que ya existía el Pendón Real.
  Título de alférez mayor de esta ciudad en don Juan Cortes Tolosa Moctezuma.
“Don Felipe, por la gracia de Dios rey de Castilla (…), etc. Por cuanto para socorro y defensa de nuestra santa fe católica y conservación de la religión cristiana y para otros buenos efectos del servicio de Dios nuestro señor y mío tengo ordenado y mandado se vendan en las ciudades, villas y lugares de los de mis reinos y señoríos todos los oficios de alferazgos, regimientos, depositarías generales y receptores de las penas de mi real Cámara y otros oficios de escribanos públicos y de Cabildo y provincia y diputación, varas de alguaciles mayores, tesoreros de mis casas de moneda y demás oficios de ellas, así por vacaciones como acrecentados y nuevamente proveídos a donde pareciere convenir, en personas beneméritas y en quien concurran las calidades a los dichos oficios anexas y concernientes y en quien con más cantidad de pesos en oro me sirviere para los dichos efectos, en cuya conformidad con acuerdo de mi presidente y oidores de la mi Audiencia, Corte y Cancillería Real que reside en la ciudad de Guadalajara del Nuevo Reino de Galicia se mandó traer en pregón y publica almoneda en la dicha ciudad de Guadalajara y de Nuestra Señora de los Zacatecas el oficio de alférez real de ella con voz y voto en Cabildo, en cuya conformidad se trajo en pregón en las dichas ciudades de Guadalajara y Zacatecas, y andando en almoneda puso el dicho oficio don Juan Cortes Tolosa Moctezuma en mil y cien pesos de oro común, que el tenor de la postura por el hacha es como sigue.
Postura.
En la ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, en ocho días del mes de marzo de mil y seiscientos y ocho años, ante mí el escribano público y testigos yuso escritos pareció don Juan Cortes Tolosa Moctezuma, vecino y minero de esta ciudad a quien doy fe que conozco, dijo que él ponía y puso el oficio de alférez real de esta ciudad que se pregona por mandado de la Real Audiencia de este reino en mil y cien pesos de oro común en plata, pagados la mitad de ellos desde el día del remate en un año y la otra mitad a otro año adelante cumplida la primera paga, y los meterá en la Real Caja de esta ciudad y dará fianzas, con que haya y goce en el dicho oficio las preeminencias y franquicias  y libertades que gozan los alférez reales de Castilla y de esta Nueva España y Galicia con voz y voto en Cabildo , activo y pasivo, y a la firmeza de ello obligo su persona y bienes, y dio poder a las justicias de su majestad, en especial a los jueces oficiales de la Real Caja de esta dicha ciudad, a cuyo fuero se sometió, renuncio el suyo y la ley si convenerit de jurisdictione onmium judicum para que la apremien a lo cumplir como por maravedíes y haber de su majestad, y renuncio las demás leyes de su favor y la ley del derecho y lo firmo aquí de su nombre, siendo testigos Juan Bautista García, alguacil mayor, y Juan de Monroy, regidor de esta ciudad, y Juan de Baena, escribano estante en esta ciudad. Don Juan Cortes Tolosa Moctezuma. Ante mí Hernando de Argüelles, escribano público.
Y sobre dicha postura hizo otra Juan Yáñez, vecino de la dicha ciudad de Zacatecas y alcalde ordinario de ella, en mil quinientos pesos de oro común, los quinientos de contado y los mil pesos restantes en dos años, cada año la mitad. Y en once del dicho mes de marzo, el dicho don Juan Cortes Moctezuma puso el dicho oficio de alférez real de la dicha ciudad de Zacatecas en mil y seiscientos pesos  de oro común pagados en plata a ciertos  plazos, que el tenor a de la dicha postura es como sigue.
Sigue el protocolo, y continuando más adelante dice:
Presentación.
En la ciudad de Nuestra señora de los Zacatecas, en veinte días del mes de noviembre de mil seiscientos y ocho años, ante la justicia y regimiento de esta ciudad, estando en la sala de su Cabildo, conviene a saber don Juan de Guzmán, caballero del hábito del señor San Juan y corregidor de esta ciudad, Bartolomé de Albornoz, factor, el tesorero Juan de Alvarado, el contador Pedro de Idiáquez, Cristóbal Martínez y Juan de Monroy y Pedro de Ortega, el bachiller Pedro Gómez Guisado, regidores, se leyó esta provisión real de su majestad que presento en el Cabildo don Juan Cortes Tolosa Moctezuma, vecino de esta ciudad, y pidió cumplimiento de ella, y por los dichos justicias y regimiento vista y oída la tomaron y pusieron sobre su cabeza y la besaron diciendo que la obedecen como carta y provisión real de su majestad, y en cuanto a su cumplimiento que entre a hacer la solemnidad del juramento necesaria como lo manda esta real provisión, y en conformidad de ello el dicho don Juan Cortés entro en la dicha sala de Cabildo e hizo la solemnidad del juramento contenida en la dicha real provisión y título que presentó, y prometió de tener, guardar y cumplir, so cargo del dicho juramento, todo lo que es de su obligación como regidor de esta ciudad y alférez de ella, y se le señalo el asiento y lugar que tiene y ha tenido Juan Bautista García, alguacil mayor de esta ciudad, no embargante que hasta ahora no ha presentado testimonio de la preeminencias que han y deben gozar los alférez de las partes y lugares contenidos en la dicha real provisión por cuanto consta de notoriedad que s ele debe el dicho asiento, el cual se le dio con cargo de que para el día de Navidad de este presente año presentara en este Cabildo, ante él y justicia y regimiento, el dicho testimonio, y se obliga en forma de derecho de que no constando por las dichas preeminencias pertenecerle el dicho asiento ni preferir en el al dicho alguacil mayor se lo dejará libre el dicho asiento y se pasara al que de derecho le perteneciere, y porque en esto son interesados el dicho alguacil mayor, Cristóbal Martínez, Juan de Monroy y Pedro de Ortega, regidores, e y el bachiller Pedro Gómez Guisado, depositario general y regidor de esta dicha ciudad, estando presentes dijeron que sin perjuicio de su derecho vinieron en todo lo susodicho, con que dentro del dicho termino presente el testimonio en este Cabildo de las preeminencias que se refieren, y el dicho don Juan Cortés estando presente se obligó a ello como de uso se contiene, el cual en señal de posesión del dicho oficio de alférez se sentó en la silla  del dicho alguacil mayor, y tomando en sus manos el estandarte real de esta ciudad que está en la sala de Cabildo de ella, por una ventana que sale a la plaza pública como tal alférez lo tremolo haciendo la demostración que se debe conforme al dicho su oficio, y luego lo dejo en la dicha sala de Cabildo donde lo halló y tomó  y es costumbre que esté, todo lo cual hizo en presencia del dicho justicia y regimiento, y de ello doy fe, y lo firmo el dicho don Juan Cortes Tolosa Moctezuma, y todos estos autos se tomó un traslado en el libro del Cabildo con la dicha real provisión. Y lo firmaron todos. Fray don Juan de Guzmán, Bartolomé de Albornoz, Juan de Alvarado, Pedro de Idiáquez, Juan Bautista García, Cristóbal Martínez, Juan de Monroy, Pedro de Ortega, el bachiller Pedro Gómez Guisado, don Juan Tolosa Moctezuma. Ante mi Andrés Venegas, escribano de Cabildo.
Corregido con el titulo original que llevó en su poder el dicho don Juan Cortés. Andrés Venegas, escribano público.
Recibí el original de este traslado.
Don Juan Cortés Tolosa Moctezuma”.[2]   
     El Pendón Real, paseo desde ese entonces por las principales calles de la Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, a partir de ese día, y siguieron nombrándose Alférez  Real, y el Pendón siempre estuvo en la Sala de Cabildo de la Ciudad. Debo decir que el escudo original llegó después, por eso el pendón en vez de tener a los cuatro principales descubridores de estas minas tenía a la ciudad de Zacatecas. 
    En el siglo XVIII, fue Alférez Real el Señor don Andrés Joseph Sánchez de Tagle, que era yerno del Conde de San Mateo de Valparaíso don Fernando de la Campa y Cos, y estaba casado con doña María Ildefonsa de la Campa Cos y Dozal Madriz. Era sobrino del Marqués de Altamira don Pedro Sánchez de Tagle, dueño que fue de la hacienda del Maguey muy cerca de Zacatecas. .     
     Y en el año de 1758, era Alférez Real don Juan de Rabago, como podemos ver en ese año en “La Descripción de las Fiestas”, que cita el historiador Elías Amador, del libro intitulado “Gratitud Zacatecana, o sea Breve Noticia de las Fiestas en que la Muy Noble y Leal Ciudad de Zacatecas explico su agradecimiento en la confirmación del Patronato de Nuestra Señora de Guadalupe”, y dice así:                   
“Día sexto
Celebra anualmente esta agradecida Ciudad el día ocho de Septiembre, con el Nombre de Conquista, la más dichosa Época de su felicidad, en que las armas españolas ayudadas del Patrocinio de María, sujetaron a los Guerreros Indios Chichimecas, que dominaban en esta Provincia, comenzando desde entonces a rayar en ella la más apacible Aurora, en los crepúsculos de la fe; día verdaderamente digno de notarse no solo con la Estrella, sino con Lucero, por esto, el noble Ayuntamiento dispuso el tiempo de las Fiestas de modo, que se enlazasen una, y otra, por ser ambas el testimonio más auténtico de la protección de María, para con esta Ciudad. Anuncio desde la víspera este agradecido recuerdo el Señor Alférez Real D. Juan de Rabago, a quien pertenece de oficio, y saco de las Casas de Cabildo el Real Pendón, acompañado de sujetos de distinción, cabalgando sobre hermosos Caballos, amaestrados para el efecto. El número no fue grande, porque no podía serlo, siendo tan escogido: pasearon las calles acostumbradas de la Ciudad, vestidos de vistosas galas, y llevados del mismo aire, con que se movían: los aderezos de cabalgar bordados de oro, plata y sedas, más parecían ingeniosas invenciones para la alegría de un estrado, que para ornato de brutos, si se pueden llamar tales, los que a la leve insinuación de la rienda obedecían, como el más juicioso. Coloco el Señor Alférez su estandarte en el Templo, como Trofeo de la mejor Velona María.”[3]   
Después de la Independencia de México, por el año de 1827 se expulsaron a los españoles y se destruyeron todos los escudos de armas españoles y el Pendón Real, no se destruyó, sino que pasó al Santuario de la Bufa, donde permaneció mucho tiempo y fue retratado en el cerro junto con la imagen de Nuestra Señora del Patrocinio, el año de 1901. Don Federico Sescosse Lejaune tuvo la suerte de encontrarlo en una tienda de antigüedades, comprarlo y devolverlo a la Ciudad, donde hoy se encuentra en exhibición en el Museo Rafael Coronel. 
Continuará.
Guadalupe, Zac., 26 de Octubre de 2014.


[1] Ciudad y Memoria. Libro segundo de cabildo 1587 – 1614. Numero 2 Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde ISSN 2007 – 851X. 2014. Pág. 108.
[2] Ciudad y Memoria. Libro Segundo de Cabildo, 1587 – 1614. Número 2. Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”. ISSN 2007 – 851 X. Año 2014. Págs. 269 – 277.(El Bachiller don Juan de Tolosa Cortes Moctezuma, era hijo del principal descubridor de las Minas de los Zacatecas don Juan de Tolosa, en 1546, a ocho de Septiembre).
[3] Amador, Elías, Bosquejo Histórico de Zacatecas, Tomo Primero. PRI, México, 1982, pág. 524.


                               Nuestra Señora del Patrocinio con el Pendón Real de Zacatecas.





 El Pendón Real de la Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, que se encuentra en el Museo Rafael Coronel de Zacatecas.


                                           El Pendón Real de Zacatecas.
  


                 Publicado en 1996 a los 450 años del Descubrimiento de las Minas de los Zacatecas.





 Dibujo del Pendón Real de Zacatecas de Cleofás Almanza, publicado en el libro del padre José del Refugio Gasca, "Timbres y Laureles Zacatecanos", en 1902.



 Escudo de Armas de la Ciudad de Zacatecas publicado por Manuel González Ramírez, en el "Calendario Conmemorativo 2009, 420 años del origen y vigencia del Escudo de Armas de Zacatecas".

 Fotografía de 1901, de Nuestra Señora del Patrocinio y el Pendón Real de Zacatecas, retratados en el Cerro de la Bufa de Zacatecas.


                          Tipografía del Asilo del Sagrado Corazón de Jesús de Zacatecas.



 Escudo de Armas y Pendón de la Ciudad de Zacatecas, publicado por don Federico Sescosse Lejeune, en la revista "Artes de Mexico, Zacatecas", N°.194/195 año XXII.


        Pendón Real de la Muy Noble y leal Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas.



     El Paseo del Pendón Real como debió de hacerse en la Ciudad de Zacatecas durante el Virreinato, portado por el Alférez Real.


            En España aún se usa el Paseo del Pendón Real por el Alférez.





 Pendón Real de la Ciudad de Zacatecas publicado por Manuel González Ramírez, en el "Calendario Conmemorativo 2009, 420 años del origen y vigencia del Escudo de Armas de Zacatecas".

 

domingo, 12 de octubre de 2014

El Venerable Gregorio López en Zacatecas.



   El Venerable Gregorio López en Zacatecas. 

1° parte. 

  Los Atemajac de Zacatecas.

       Por  Bernardo del Hoyo Calzada.

      Hacia el año  de 1984, platicando con don José Manuel Enciso González, en “La Cadena”, su tienda de ropa frente a Catedral, escuché hablar por primera vez del Venerable Gregorio López, que vivió en “Atemajac”. El nombre Atemajac me era ya conocido; en Guadalajara, donde radiqué hasta mis quince años, siempre oía mencionar una colonia, junto a la Ciudad Perdida, llamada Atemajac del Valle. Luego supe que Guadalajara misma, está enclavada en el inmenso Valle de Atemajac.[1]
       Don José Manuel me platicó que Gregorio López, ermitaño e hijo natural del rey de España Felipe Segundo, que  habitó el sitio de Atemajac junto a la Hacienda de la Encarnación, en el municipio de Villanueva, Zacatecas, cuna del propio señor Enciso.
      Por esos años inicié la investigación de mi genealogía y tuve que recurrir a los archivos, el primer lugar que escogí fue la tierra de mis antepasados, Jerez, Zacatecas. Ahí, mientras consultaba el archivo Parroquial, llegó el señor cura don Rafael Pérez Gutiérrez, el que ante mi deseo de estudiar no sólo genealogía sino la historia de Zacatecas, me recomendó visitar en la capital del Estado, al “Padre Campitos”, Rector del Santuario Diocesano de Guadalupito. Me dijo que el sacerdote andaba por los noventa años y sabía bastante de lo que tanto me interesaba.
      Fue así que a los pocos días encontré al señor presbítero don José Campos Mota, quien fuera uno de mis dos grandes maestros en el terreno de la historia regional; al otro maestro ya lo conocía, era el canónigo don José María Varela de la Torre.
      Cierta vez, en su casa, me mostró el padre Campos tres retratos al óleo, uno era de Gregorio López, los otros dos eran de don Juan Alonso Díaz de la Campa y don Ventura de Arteaga. Me preguntó si sabía algo sobre Gregorio López, y respondí que el señor Enciso me había comentado que fue hijo de Felipe Segundo; enseguida me pidió observar el filacterio que sale de la boca del personaje con la frase latina: “Secretum meum mihi”, contesté que ignoraba el significado y él tradujo: “mi secreto es para mí” o “me guardo mi secreto”.
     Las charlas con el Padre Campitos continuaron. Tiempo después, vi el cuadro de Gregorio López que se encuentra en el Museo de Guadalupe, Zac., y, junto a él, otro más pequeño con un texto sobre “El sitio de Atemajac”, en la hacienda de La Encarnación de Villanueva, Zac. Aunque lo leí, no di mucha importancia a la información sobre el sitio mismo, sino que concentré la mente en si sería o no hijo del Rey don Felipe Segundo.
      En Jerez, Zac., el Sr. don Andrés Reveles me mostró un trabajo inédito del historiador Juan N. Carlos, al consultarlo volví a saber de Gregorio López. En él se asentaba que el Venerable construyó su primera ermita, llamada Ermita de Guadalupe, en Atemajac, de Jerez, cerca de la hacienda de la Labor de Santa Gertrudis, y que de ahí pasó a La Encarnación para retornar a Jerez. Esto me confundió: Gregorio López hizo su ermita en Atemajac, pero ¿dónde quedaba Atemajac, en Jerez o en Villanueva?
      El señor canónigo don José María Varela de la Torre me regaló un libro de iconografía colonial donde viene una pequeña semblanza del eremita y un retrato suyo, de los tres que custodia el Museo del Virreinato en Tepotzotlán. Como no encontré todavía nada claro, hube de acudir al Padre Campitos con mi confusión respecto a Atemajac.
      Entonces me contó que, por la familia Moncada, antigua propietaria de la hacienda de La Encarnación, Villanueva, sabía que aún se conservaban vestigios de la ermita en Atemajac, cerca de la casa grande de la Encarnación. Esto me dio mucho gusto pues, según Juan N. Carlos, a la original Ermita de Guadalupe en Jerez, se la llevó el río y la que actualmente existe data de 1857.
        En aquella ocasión me informó el padre Campos, que Atemajac significa: lugar donde se juntan los ríos (donde bifurcan las aguas). También me enteré por medio del padre Campitos que Gregorio López escogía estos lugares, porque si se acababa el agua en un río, quedaba agua en el otro.
        Volví al Museo de Guadalupe y releí el referido texto sobre el sitio de Atemajac, en él se especifica claramente: “En este sitio fue fabricada esta ermita que es la primera que hubo en las Indias por el primer ermitaño que hubo en estas Américas y que fue el Venerable Gregorio López...”
        Más adelante, en 1989, coincidí en el Archivo Parroquial de Villanueva con el señor cura don Juan Pérez Medina, amigo de la infancia de mis tíos los del Hoyo Cabrera. Conversamos buen rato y al despedirse me comunicó que iba a La Encarnación. Pregunté si conocía la ermita de Gregorio López, respondió afirmativamente y me invitó a acompañarlo. No me lo dijo dos veces.
       Durante el trayecto comenté al señor cura que el Padre Campitos me pidió visitar, cuando pudiera, el sitio de Atemajac y verificar si había restos de la ermita. Al llegar a la ex hacienda, el párroco preguntó a los monaguillos de la Capilla del Carmen de la hacienda de la Encarnación, si sabían dónde estaba la ermita de Gregorio López, uno de ellos dijo sí y se ofreció a conducirme para realizar mi sueño: estar donde estuvo el hijo de Felipe Segundo.
       Tras recorrer como dos kilómetros llegamos a la junta de dos ríos; me encontraba por fin en Atemajac, más la dichosa ermita no se veía por ningún lado. Cruzamos ambos ríos, sus aguas bastante limpias hacían grato el panorama y me empezaba a gustar el paisaje, pero nada de ermita.
       El monaguillo me llevó a una loma y tras un lienzo de piedra, entre la nopalera, apareció lo que tanto había deseado. Estaba por fin frente a aquellas ruinas de la ermita de Gregorio López, aunque esta ermita, pensaba yo, la conozca ya mucha gente. Tome algunas fotografías para mostrarlas al padre Campos y al canónigo Varela.
       La ermita estaba sin techo, las vigas habían sido arrancadas y tuve la impresión que en muchos años nadie, excepto quienes plantaron la nopalera, había pisado aquel paraje. Observé los contrafuertes que don José Tomás Rodríguez Gallinar, dueño de la hacienda de La Encarnación, mandó poner hacia 1802, como está escrito en el citado cuadro del Museo de Guadalupe. Lo que quedaba del pequeño atrio, agregado también por Rodríguez Gallinar, contemplé la junta de los ríos y recordé una encomienda del Padre Campitos: buscar en torno a la ermita, huellas de la habitación donde dormía el Venerable. Nada hallé pues ya era tarde; el Señor Cura de Villanueva me esperaba y debí abandonar el lugar, no sin antes pedir al monaguillo, me tomara una foto ante las ruinas.
      De regreso a la capilla me esperaba otra sorpresa, el sacerdote tenía dos retratos de Gregorio López posados en el piso del atrio, y que estaban colgados en la sacristía, donde se custodian desde tiempo inmemorial. En uno de ellos, de pie, en primer plano sobre fondo azul, el anacoreta porta un sayal blanco rayado en añil. Arriba, en la parte derecha del cuadro está pintada  la ermita del Siervo de Dios, sin los soportes ni el atrio, entre los ríos que acababa de cruzar dos veces, el Villanueva y el Tenango. Esto, para mí, fue extraordinario, es el sitio de Atemajac.
      El ángulo izquierdo superior muestra el Presidio de la Encarnación, del que fue fundador, como de Ojuelos, San Felipe, Jerez, y el de la Labor de Santa Gertrudis, el capitán don Pedro Carrillo Dávila. En la parte media del margen derecho, el pueblo de Atemajac está representado por indios con plumas, son los “chichimecas de indómita selvatiquez” que ayudaron a construir la ermita. En la parte siniestra, encima de una mesa se encuentran los dos libros que escribió el Venerable: “Tratado y exposición del Libro Canónico del Apocalipsis” (Madrid, 1727) y el “Tesoro de Medicinas para todas enfermedades” (México, 1672).
       Bajo la mesa, en la inscripción alusiva, supe que a la hacienda de La Encarnación se le llamaba “Hacienda de la Labor, nombrada Encarnación”. De ahí el equívoco con la “Labor de Santa Gertrudis”, que está cerca de la Ermita de Guadalupe en Jerez. Deduje pues, que Gregorio López erigió su primera ermita en Atemajac de La Encarnación, entre 1562 y 1564. Posteriormente, en 1569, al fundar don Pedro Carrillo Dávila la Villa de Jerez, el Venerable lo siguió, ya que era su protector, y levantó en el Atemajac de Jerez la Ermita de Nuestra Señora de Guadalupe. Cerca de allí, en 1634, se fundó la hacienda de la Labor de Santa Gertrudis; fue lo que confundió a don Juan N. Carlos.
        En el otro retrato, Gregorio López sube al cielo transportado por ángeles, al fondo, se distingue la ermita de “Santa Fe”, que le construyeron sus admiradores en las inmediaciones de la ciudad de México, donde vivió sus últimos años. Otra sorpresa, para mí como genealogista, fue que en la parte superior siniestra del óleo, aparece el escudo de armas de Felipe Segundo, lo cual sugiere que sí era hijo natural del rey de España don Felipe II. Fotografié ambos cuadros para enseñarlos al Padre Campitos.
      A este inolvidable viaje, pude agregar el que realicé a Ermita de Guadalupe, Jerez, donde me esperaba otra sorpresa. Sabiendo de antemano que a la ermita original se la llevó la corriente, busqué sus cimientos y no los hallé. Me indicaron el punto donde estuvo y constaté su proximidad a la junta de dos ríos, el Rio Grande y el rio Jimulco que baja de Susticacán, prueba que me encontraba en otro Atemajac, lo que luego corroboré documentalmente.
       Pero lo asombroso vino al visitar la capilla, construida en 1857; en la sacristía, otro lienzo de Gregorio López con un escudo Real de los Reyes de España, que no consigna en su libro don Juan N. Carlos. Este hallazgo revela que don José Tomás Rodríguez Gallinar, debió de mandar poner imágenes del Venerable en cada sitio donde vivió. Después aprendí que Gregorio llamó a su ermita “de Guadalupe”, lo que la convierte en la primera advocación guadalupana del norte americano, todavía más antigua que la de San Luis Potosí, tanto en la Encarnación como en la labor de Jerez.
     También logré dar con un antiguo grabado del ermitaño, mismo que me prestó Armando González Quiñones y hoy pertenece a Manuel González Ramírez, a quien, con Ángel Román Gutiérrez, llevé a conocer la famosa ermita de La Encarnación. En este recorrido descubrí, como a quince metros, junto al lienzo de piedra, vestigios de cimientos que podrían corresponder, como suponía el Padre Campos, a la habitación o choza de nuestro personaje. Para esa fecha, lamentablemente, ya había muerto mi querido maestro.
    Hace poco me enteré, por un libro sobre la fundación de Aguascalientes, que dicha localidad se instituyó en 1575, contigua a la Estancia de Ávalos. Así pude trazar a grandes rasgos el itinerario de Gregorio López:
Tras largas peregrinaciones a Zaragoza, Guadalupe y Montserrat, los más célebres santuarios marianos de la Península Ibérica, arriba a la Nueva España en 1562 y se dirige al lugar más recóndito del virreinato, la frontera de la plata. Llega a Zacatecas y en la Encarnación, actual municipio de Villanueva, construye su primera ermita.
   Pasa a vivir a la Estancia de Ávalos, el padre Losa su biógrafo dice Pueblos de Avalos.  Luego pasa a la estancia de Sebastian Mejía, donde hoy es el Cacalote, junto a Huejucar, Jal., que quiere decir “maíz tostado”. En 1569, edifica la Ermita de Guadalupe cerca de Jerez, Zacatecas. Pasa después a México y se interna luego en la Huasteca Veracruzana, para volver a la capital e instalarse en “Santa Fe”, donde muere, en olor de santidad, el año de 1596, a los cincuenta y cuatro de su edad y treinta y tres de austera vida eremítica.
La ermita cerca de la hacienda de la Encarnación, Villanueva, Zac.
 Informe presentado  al Gobierno Supremo del Estado por C. Marcos de Esparza.
“En un sitio de la otra (hacienda) llamado Atemajac se ve una ermita, que se dice construida por el beato Gregorio López, natural de Madrid, de donde vino a esta América el año de 1543 (sic). Un documento que existe en aquella hacienda, expresa, que cuando el referido beato vivió en ella, era conocida la finca por un Presidio, que gobernaba el Capitán Pedro Carrillo Dávila, a quien el ermitaño pidió licencia para construir la ermita, en la que según el propio documento habito con bastante veneración, en términos, que fue reputado por un santo, y aun se establecieron romerías para visitar la ermita de la cual se sacaban tierras con que sus devotos se curaban de cualquier enfermedad, y aun aplicaban a las cementeras de trigo en años en años de calamidad”.[2]    
       En el museo de Guadalupe, Zac., se encuentra un retrato de Gregorio López, y estaba otro cuadro con un artículo que realizó el dueño de la hacienda de la Encarnación don José Tomas Rodríguez Gallinar, en el año de 1802, y colocó en la ermita de Gregorio López, que el mismo restauro, dicho que fue trasladado al Museo de Guadalupe, Zac., está muy deteriorado y fue retirado a las bodegas del Museo, no se ha restaurado. Y dice así:
“Sitio de Atemajaque.
     En este sitio fue fabricada esta ermita que es la primera que hubo en las Indias por el primer ermitaño que hubo en estas Américas, y es y fue el Venerable Gregorio López, natural de la Corte de  Madrid, y paso a estos Reinos el año de 1543 (sic), estuvo viviendo en Zacatecas poco tiempo de donde salió mediante el impulso divino y tuvo de hacer vida solitaria y escogió este paraje para su soledad junto a la junta que hacen los ríos como ya se miran; aquí vivió y estuvo siete años, en cuyo tiempo floreció este santo varón en virtud y santidad como consta de su vida escrita por el padre Fr. Francisco Loza, cura de almas en el pueblo de Santa Fe del Arzobispado de México, con quien vivió el santo varón 18 años y allí murió el día 20 de julio de 1596. El haberse mantenido estas paredes de su ermita 206 años y algo más, es milagro que se está mirando, pues Dios no ha permitido  su ruina por conservar la buena memoria de su siervo, por os dueños que han sido de esta hacienda de la Encarnación no hubieren cuidado ni esmero con esta alhaja tan apreciable. Cuando el Santo habito esta ermita, y estuvo en estas tierras, era esto y se llamaba el Presidio de la Encarnación, gobernado por el Capitán Pedro Carrillo Dávila, a que el santo pidió licencia e instrumentos para fabricar dicha ermita y siendo su humildad, no solo le presto los instrumentos pero hasta mando a los naturales que le ayudaron a fabricarla. Don José Rodríguez Gallinar ensayador y balanzario jubilado en estos empleos y dueño actual de esta hacienda mando fortificar las paredes de esta ermita en el modo que se ve con el fin de que se mantenga  la memoria de este paraje tan respetable, y encarga y suplica a los dueños que fueren de esta hacienda tengan el mayor esmero y cuidado de sus reparos para que no se vea en las ruinas en que se vio y para que se tenga la mayor veneración mande colocar en dicha ermita la efigie del Santo Venerable en un cuadro de cuerpo entero y adornado las paredes con la vida de la Santísima Virgen María. Esta fomentación se celebró el día 4 de abril de 1802, experimentándose desde este día muchas maravillas  en los enfermos que lo visitan y aun llevan tierra del suelo de esta ermita y suman de cualquier dolor o enfermedad que tengan: experimentándose favorable esta tierra con los hijos y demás ve mentes  cuando hay epidemia en ellas. En fin son tantos los prodigios que se ven nacidos de esta ermita que fuera necesario más tiempo y más grande este cuadro.
     He oído decir a personas de superior y aún está muy válido entre la gente común de que nuestro Santo Anacoreta fue hijo legítimo de N. C. monarca el Señor Don Felipe 2°, y que se llamaba Carlos; puede ser cierto esto respecto que en su vida no menciona su nacimiento ni menos declara sus padres. Este silencio indica el que puede sea de familia Real e Infante de España, lo cierto es que en mi poder para una estampa bastantemente apreciable y tiene a sus pies el escudo de  las armas reales de N. N. C. C. los reyes de España, la que tengo animo de trasladarla en lienzo. El escudo real demuestra que sea de la familia real de España a lo que se agrega por que puede servir de comprobante que el Señor Don Carlos 3° de buena memoria mando se quitara la manda forzosa y que la causa que se sigue del Santo Venerable para su canonización corriese y darse de cuenta de la Real Corona y con justa razón debe ser así que en la vida del Siervo de Dios constan las Reales cartas que escribió el Señor don Felipe 3° a los Sres. Arzobispos de México para que se tomasen declaración  jurídica a todas aquellas personas que trataron, comunicaron y conocieron al Santo Venerable, y hecho esto se remitiesen como se efectuó, y con estos reconocimientos dio cuenta Nuestro soberano el Sr. Don Felipe 3° hermano de nuestro Santo a su Santidad, y lo mismo hizo el señor don Felipe 4° escribiéndole a su Santidad  de N. Ilmo. Pontífice y Papa el Sr. Urbano 8°, a los Cardenales y a sus embajadores en Roma, acerca del Siervo de Dios para su canonización: que todos estos motivos declaren ser ciertas las sospechas de que es legítimo hijo del Sr. Felipe 2°, pero es mucho el empeño que N. N. soberanos tomaron en esta causa que sin más confirma  ser verdad que falso y que nuestro santo guardo silencio en estos dominios en saberse su nacimiento Real, y que su humildad y amor a Dios y al prójimo que siempre tubo no se declaró por guardarse la buena fe a su Padre natural  que no dio lugar a la supuesta informal para que entrase el Siervo de Dios en las delicias que el mando ofrece y más en sujetos reales, que es muy verosímil el demonio  como enemigo común le consejería e y le tomaría presente las delicias que le ofrecía este nuevo mundo de la América, pero todo lo reprobó y puso su amor  solo en Dios y su Santísima Madre Purísima de que fue tan devoto y   amartelado como consta de su vida a que me remito.
     He tenido bien el poner este estonito  para que tengan memoria sus vivientes de este gran siervo de Dios prime ermitaño de estas Indias Occidentales juntas, y primer Anacoreta de estas Américas con sus principios que dio doctrina y con su ejemplo a los habitantes de estos reinos, para y por si quisieren en todos las máximas del Evangelio, y fuese desterrada la idolatría con que el Demonio tenía engañado a los naturales de estos reinos.
     Bendito sea Dios para siempre y su Purísima Madre que eligieron este gran Siervo suyo para Apóstol de estos dominios y que promulgase nuestra Santa Fe Católica como lo hizo a mayor honra y gloria de Dios N. S. y de su Santísima Madre.
      Bendito sea para siempre gran Dios y Señor y bendita sea la Santísima Madre Nuestra Señora la Virgen María que me diste licencia, Señor y me cogisteis por instrumento para esta facción en que no quisisteis consultar las memorias de su Siervo y Santo Gregorio López, exponiéndolas aquí con la luz que le concebiste de darme quiera su infinita bondad mover los corazones de los Católicos Reyes de España para que apresuren su canonización. Tu Señor Dios mío eres el  Padre de los Reyes, el Señor de los Señores, y que han de reinar para siempre pues era y será por todos los siglos de los siglos el Santo, Santo, Santo y Señor del Universo, y en fe y creencia de sesta verdad lo firmo y quisiera  firmarlo con amor de mi corazón porque soy por dicha mía Cristiano Católico  Apostólico Romano. Señor todas las generaciones te adoren bendigan y alaben y a mí el mayor pecador de todos échame tu Santísima bendición y ampara mi alma mi casa y familia, a esta Hacienda y a todos los que en ella habitan y habitaren y ten piedad de mi miserable pecador, y con la confianza de que me has de perdonar, lo firmo = José Tomas Rodríguez Gallinar”.

La ermita de Guadalupe del Venerable Gregorio López, en Atemajac, cerca de Jerez, Zac.
     En este año de 2014 realicé un viaje con mi primo Eugenio del Hoyo Briones, para que conociera en la Gavia, Jerez, Zac., la biblioteca que lleva el nombre de su padre el historiador don Eugenio del Hoyo Cabrera. Y al pasar por la hacienda de la Labor de Santa Gertrudis, le comentaba a mi primo que pusieron una placa en la casa grande de la hacienda, diciendo que en esa casa nació el ilustre don Francisco García Salinas, diciéndole a mi primo que don Víctor García era el administrador de la hacienda, por lo tanto no era el hacendado, el dueño en tiempos que nació don Francisco García Salinas era don Casimiro Félix de Arellano, y en cierta ocasión que fui a visitar la hacienda supe por un vecino de ese lugar que don Francisco había nacido en una casa que está en el camino Real a Jerez,  donde está afuera de la casa, una piedra de molino de trigo. Que se les hizo fácil poner la placa en la Casa Grande, porque un hombre ilustre no podía nacer en cualquier casa, cosa de liberales. Y estando retratando el casco de la hacienda que fue de los Amozurrutia, tuve otro hallazgo por demás interesante para la historia de Jerez y del venerable Gregorio López. 
     Aunque ya lo había visto en años pasados, no le había puesto la mayor atención, hasta hoy, en que me he dedicado a investigar el Camino Real de Tierra Adentro, y mi sorpresa fue que la casa grande de la hacienda fundada en el año de 1634, más bien marcenado el sitio a don Pedro Ortiz de San Pedro, fue un antiguo Presidio en el camino Real a Jerez, porque vi que aún tiene un baluarte.  Y le comente a mi primo Eugenio, ¡mira, un baluarte!, que debió de construirse por el mismo capitán don Pedro Carrillo Dávila, cuando fundó la Villa de Jerez de la Frontera, en 1569 y 1572, y con este hallazgo pude hacer el itinerario del Camino Real, porque hace unos dos o tres años encontré otro baluarte en la hacienda de la Trojita, de la familia Reveles, para mi quedaba claro que la antigua hacienda dela Troje, Tepetongo, Zac., tenía dentro de su propiedad un Presidio, para proteger el Camino Real de Tierra Adentro, y que cuando llegó a su fin la antigua hacienda de la Troje de la familia Escobedo, se trasladó la población al antiguo Presidio, que un conserva la mitad de uno de sus baluartes, detrás de la Casa Grande donde fue de la hacienda de la Trojjita.  
   Entonces los dos presidios antes de llegar a Jerez, pasando por el Pueblo de Huejucar, Jal., Seria por el Presidio de la Trojita, para continuar con el Presidio, donde hoy es la Labor de Santa Gertrudis, y finalmente el Presidio de Jerez de la Frontera, hoy Jerez, Zac., enseguida con los Presidios de Malpaso, Cieneguillas, Maguey  y finalmente Zacatecas. 
     Las conclusiones de esta visita fue que el Camino Real de Tlaltenago a Zacatecas, fue por El Cacalote, fundado en 1562, el pueblo de Huejucar, y antes de fundar Jerez de la Frontera en 1569 y 1572, por la Encarnación, Vilanueva, Zac., y por la Boquilla del Carmen, antes de fundar Villa Gutierre del Águila, hoy Villanueva, Zac., en 1692.  Y de la Boquilla proseguía el camino al Malpaso. 
     El Capitán don Pedro Carrillo Dávila, fue la persona a la que se le encomendó proteger el Camino Real y fundar una villa en la Frontera con los Chichimecos y funda en 1569 Jerez de la Frontera, estando en el Presidio de la Encarnación, y como los indios barbaros  atacan Jerez, se despuebla y en el año de 1572 lo vuelve a poblar, y antes en 1569 debió de  fundar el Presidio de la Labor de Santa Gertrudis, por lo que el Venerable Gregorio López, una vez estado en la estancia o heredad de Sebastián Mejía en el Cacalote, Tepetongo, Zac., cerca de Huejucar, pasa a vivir y construir otra ermita en la junta de los ríos Grande y Jimulco, en Atemajac de Jerez, llamada la Ermita de Guadalupe, junto a al Presidio que también tenía gobernado el Capitán Pedro Carrillo Dávila, en lo que después en 1634 se habría de construir la famosa hacienda de la Labor, que ya para ese entonces muchos de los presidios en el Estado de Zacatecas habían desaparecido, y algunos fueron dados a los capitanes a Guerra de esta región. Y es así como se pobló y construyó sobre el antiguo Presidio Militar, la referida hacienda de la Labor. 
Algunas de las pruebas sobre Atemajac y  la ermita construida por Gregorio López.
Índice del Tomo 1. De Manuscritos varios existentes en la Biblioteca del Museo Nacional.
2.- D. Leonardo de Sevilla, Escribano, certifica acerca del estado en que encontró la ermita del Venerable Gregorio López, cerca de Santa fe. México, Julio 13 de 1684. A fs. 77 – 1 f.
 3.- Carta del Obispo de Michoacán a H Valdez, sobre limosnas para canonización del Venerable Gregorio López, Valladolid, Febrero 28 de 1679. – a fs. 78 – 1 f.
4.- El Bachiller Juan de Quijas Escalante, Cura de la Villa de Jerez, Zacatecas, certifica que cerca de dicha villa existía una ermita hecha por las propias manos del Venerable Gregorio López, la que fue después reedificada y en ella se cantó la primera misa el año de 1676. Jerez, marzo 5 de 1677, a fs. 79 -2 fs.
5.- Oficio de Francisco de Hualde al Excelentísimo Sr.  (Virrey) sobre asuntos referentes a la reedificación de la ermita del Venerable Gregorio López en el valle de Atemaxac, cerca de Jerez, Zacatecas.- Obrar del Conde de Santiago, Diciembre 18 de 1685.- a fs 81. 2 f.  
6.- Instancia del hermano Francisco de Hualde a los jueces  subdelegados, sobre que  se investigue los autos referentes a la reedificación de la ermita de Fr. Gregorio López, en Santa Fe. Convertida en establo. Sin fecha.- a f, 83 – 2 fs.
7.- Instancia del hermano Francisco Hualde Aranibox, a los jueces subdelegados, sobre la reedificación de la ermita del Venerable Gregorio López, en el valle de Atemaxac, cerca de Jerez, Zacatecas. Sin fecha.- a f. 85. 2 fs.  
  8.- Carta del Marqués Conde de Castronovo al Arzobispado de México, congratulándolo por la visita que hizo a las cordilleras de su Arzobispado, y que espera de su acertada inteligencia un buen resultado en las informaciones relativas al Venerable Gregorio López. Madrid, mayo 1° de 1869.- a fs. 87.- 1 f.   
9.- Libro de la reedificación de la ermita de San Francisco donde vivió y murió el V. Siervo de Dios Gregorio López en Santa Fe. Año de 1695.- a fs. 88 –fs.
10.- Carta de Don Francisco Campo de Arve al Virrey Arzobispo de México, pidiéndole en nombre del Rey algunas obras y manuscritos del V. Siervo de Dios Gregorio López. Madrid, junio 10 de 1738.- a fs. 93 – 1 f.
11.- Carta del Rey de España al Arzobispo Virrey de México instándole sobre la remisión de obras y escritos del Siervo de Dios Gregorio López, que con anterioridad se le tenían pedidas, y sin los cuales no se puede proseguir el proceso de su canonización. Aranjuez, a 27 de abril de 1738. A f. 97 – 3 fs.
12.- Instrucciones, (en latín) de la Congregación de Ritos, de Roma, referentes a procurar la presentación de obras y escritos del V. Gregorio López, a fin de proseguir el proceso de su canonización. Sigue un edicto del Arzobispo de México sobre este asunto. México, Septiembre 4 de 1743.- a f. 100- 4 fs.
13.- “Inventario de los papeles y demás efectos, que tocan a él Siervo de Dios Gregorio López”.  México, Enero 24 de 1705. A f. 104.- 6 fs.
Continuará.
Guadalupe, Zac., 12 de Octubre de 2014.


[1] El Valle de Atemajac es el nombre del valle situado en el Eje Neovolcánico donde se fundó la ciudad de Guadalajara en el siglo XVI. Atemajac significa Piedra que bifurca el agua o lugar donde el agua se bifurca, proviene de la palabra Náhuatl  Atemaxaque, la cual se desprende de las raíces atl (agua), tetl (piedra o cerro) y maxatli (bifurcar). Actualmente la mayor parte del valle se encuentra urbanizada, formando la Zona Metropolitana  de Guadalajara. Antiguamente el rio San Juan de Dios atravesaba la parte central de la actual mancha urbana, corriendo desde el parque Agua Azul y desembocando en la barranca de Huentitán. El valle se encuentra rodeado de cerros: al oeste la Sierra Primavera, al este y al sur el eje neovolcánico y al norte la barranca de Huentitán. No presenta una profundidad demasiado pronunciada. Tiene forma de un llano y se encuentra entre 1530 a 1550 metros sobre el nivel del mar.

[2] Informe presentado al Gobierno Supremo del Estado por el C. Marcos de Esparza a consecuencia de la visita que practico en los partidos de Villanueva y Juchipila. Zacatecas. 1830.  Imprenta de Gobierno a cargo de Pedro Piña. Pág. 3. 




 Retrato del Venerable Gregorio López, que se encuentra en el Santuario Diocesano de Guadalupito, Zacatecas. (Frente a la Estación de Ferrocarril),que recuperó el Padre Campitos.



 Primera vez que visite la Ermita de  Gregorio López, en el sitio de Atemajac, de la Encarnación, Villanueva, zac.


 La capilla nueva y la antigua capilla de Nuestra Señora del Carmen de la hacienda de la Encarnación, Villanueva, Zac.


 Retrato del Venerable Gregorio López, en la antigua capilla de la Encarnación, Villanueva, Zac.


 Detalle del retrato de GregorioLópez, del Presidio de la Encaranción.


 San Gregorio López, como le llaman en la hacienda de la Encarnación, y que sirbió de modelo para la mascailla del venerable mi amigo don Gilibaldo Valdéz, encargado desde hace años del Museo Comunitario de Jerez, Zac., en el Teatro Hinojosa.



 Restos del Cortijo o Presidio de la Encaración que construyera el Cap. don Pedro Carrillo Dávila, que protegió y ayudó a cosntruir la ermita a Gregorio López.

 El sitio de Atemajac, en la junta que hacen los rios de Villanueva y Tenago, cerca de la Encarnación, Villanueva. Zac.






El sitio de Atemajac cerca de la Encaranción, Villanueva, Zac.



 En Atemajac de la Encarnacion se aprecia los restos de la ermita de Gregorio López. (al centro de la foto).

 Retrato de Gregorio López, que pertenció al Padre José Campos Mota.



 El historiador Ángel Román Gutiérrez y mi compadre Leonardo de la Torre Berúmen, con el retrato de Gregorio López en la Ermita de Guadalupe, Jerez, Zac. Los dos han escrito sobre Gregorio López.

 Retrato de Gregorio López en la Ermita de Guadalupe de Jerez, Zac. con el escudo de los Reyes de España.



 El Sitio de Atemajac de la Ermita de Guadalupe, Jerez, Zac., el rio Grande de Jerez y el Jimilco.




 Nuestra Señora de Guadalupe, de la Ermita que se cosntruyó en el siglo XIX, cerca de la antigua de Gregorio López.


 En la Ermita de Gregorio López, de Atemajac, de la Encarnación., Villanueva, Zac.


Los historiadores Ángel Román Gutiérrez y el Cronista de Villanueva en ese entonces, y ahora Cronista de la Ciudad de Zacatecas, y del Estado don Manuel González Ramírez, cuando los llevé a conocer la ermita. Los dos historiadores han escrito sobre Gregorio López.


 El Canónigo don Jose María Varela de la Torre, me enseñó en el archivo de Catedral de Zacatecas, el acto de fundación de la Cofradia de Nuestra Señora de Rosario por Fr. Domingo de Salazar, que visitara a Gregorio López en Atemajac.



 La fecha de lafundación de la Cofradía del Rosario en Zacatecas, por el dominico Fr. Domingo de Salazar es de 1566.






 Héctor Villegas Correa me publicó en 1991 este artículo en que hablo por primera vez de Gregorio López.


 Con mi primo Eugenio Eugenio del Hoyo Briones, el 7 de octubre de 2014, encontré el baluarte de lo que fue el Presidio de la Labor de Santa Gertrudis. Esto me obligó a volver a escrivir sobre Gregorio López.


 El baluarte en una esquina de la Casa Grande de la hacienda de la Labor de Santa Gertrudis, de Jerez, Zac.


 Restos del baluarte militar, cerca de la Ermita de Guadalupe, Jerez, Zac.

La Casa Grande de la hacienda de la Labor de Santa Gertudis con la placa donde se dice que nació el ilustre gobernador de Zacatecas don Francisco García Salinas, y se puede apreciar las dimensiones del antiguo presidio militar que despues fue hacienda de campo. A la derecha mi primo Eugenio del Hoyo Briones, tomando fotos.


 El 25 de enero de 2014, tome esta foto de la Ermita de la Encarnación en la que se puede aprtecia que se derrumbo la coronilla de cantera de la portada de la ermita.

 

 Enero de 2014 ultima foto que he tomado de las ruinas de la ermita del Venerable Gregorio López.


 Restos de la choza o casa en que habitó el Siervo de Dios, el Veberable Gregorio López, a unos pocos metros de la Ermita, en Atemajac de la Encaranción, Villanueva. Zac. Restos que se deben de protejer y conservar para las futuras generaciones. Ya que la Ermita de Santa Fe, cerca de México ha sido restaurada y consevada, y la de Jerez, se la llevó el rio, solo quedan estos vestigios en Zacatecas. Que ya muchos lugares quisieran tener estas ruinas. 


 Los muros de la ermita que cosntruyó el Venerable Gregorio López, con la ayuda de indios tarascos o pacificos,que le proporcionó el Capitán don Pedro Carrillo Dávila, fundador de Jerez, Zac. Los adobes datan del año de 1563.


 Bernardo del Hoyo Calzada (yo), en la ermita de Gregorio López, de la Encarnación, Villanueva, zac.

 
 Las dos pinturas de la hacienda de la Encarnación, mandados pintar por don José Tomás Rodríguez Gallinar dueño que fue de esta hacienda.



 Retrato del Venerable Gregorio López, en la Encarnación, Villanueva, Zac. Fotografía: Bernardo del Hoyo Calzada.


   Con Gregorio López en la Encarnación.


 La Capilla y la Casa Grande de la hacienda de la Encaranción, de la que fue dueño don Francisco Federico Moncada.
 
 Con el otro retrato de Gregorio López, en la Encarnación.


  
Fotografía del Google Earth de lo que fue el Presidio de la Lobor de santa Gertrudis. Jerez, Zac. convertida en el siglo XVII en hacienda de campo.


  
En esta fotografía se nota el antiguo Camino Real de Tlaltenago a Jerez.

 La distancia que hay entre la Ermita de Guadalupe, donde vivio Gregorio López y la hacienda de la Labor de Jerez, es muy corta. Gregorio Lopez, por dos ocaciones estubo siempre cerca de su protegido Pedro Carrillo Dávila.

 El cuadro del Sitio de Atemajaque, que se encuentra en bodega en el Museo de Guadalupe, Zac.






 Restos de la choza o casa donde vivió el Venerable Siervo de Dios Gregorio López, en Atemajaque de la Encaranción, entre la junta de dos rios.


 La ermita del Siervo de Dios, el Venerable Gregorio López, en Atemajaque de la Encaranción. Villanueva, Zac.